IGLESIA SAN FRANCISCO

 
El 6 de diciembre de 1534, Sebastián de Benalcázar fundó la ciudad de San Francisco de Quito sobre las ruinas de lo que fue la capital de Atahualpa. Puede decirse que el Convento de San Francisco tiene la antigüedad de la propia ciudad, pues desde el momento de la fundación se había previsto la edificación de un Convento franciscano, entregándoles para la construcción de la primera iglesia el solar en que, según la crónica de Salinas de 1647, se asentaba la residencia de Huayna Cápac. Un año después, con la llegada del fraile flamenco Jodoco Ricke (Joost de Rijcke van Maarselaer) nacido en Malinas, el 6 de diciembre de 1535, se concretó el establecimiento de la Orden, construyéndose como obra inicial una rústica capilla de adobe y paja concluida el 25 de enero de 1536, fiesta de la conversión de San Pablo, a quien fue consagrada.
 
La construcción del templo se inició en 1537 y a finales del siglo XVI ya se había reemplazado la primitiva iglesia por la que hoy conocemos se avanzaba con la construcción de las capillas de Cantuña y San Buenaventura y estaba casi concluido el Claustro Principal, de planta cuadrada y de fuerte carácter español con resabios mudéjares, formado por galerías de arcos de ladrillo sobre columnas de piedra de orden toscano; al igual que se terminaba el pretil de piedra, almohadillado, del cual parte hacia la plaza la escalera. Por tanto y de acuerdo a estas fechas, la edificación se constituyó en la obra más interesante de la arquitectura de América del Sur del siglo XVI.
 
Durante el siglo XVII se añadieron nuevos Claustros, así, hacia 1650 se terminó el Claustro del Museo que posee solo tres lados, pues el cuarto es el muro posterior norte del Claustro Principal, al que adosa en U, es obra del arquitecto fray Antonio Rodríguez; el de Servicios de carácter mudéjar y el de la sacristía de estilo barroco, edificados al occidente que fueron igualmente adosados en U, a finales de este siglo. Se concluyó gran parte de los bienes muebles y la decoración de la iglesia, incorporando elementos artísticos de estilo barroco que se fusionaron con los precedentes de características mudéjares y flamencas, que aparecieron por primera vez en Quito en el Convento de San Francisco. En el siglo XVIII la actividad sísmica mantuvo ocupada a la comunidad realizando reparaciones en gran parte del recinto conventual.
 
El 26 de abril de 1755 un fuerte temblor derribó el artesonado mudejar de la nave central de la iglesia y éste arrastró en su caída la decoración mural, siendo reemplazado por uno nuevo de acentuado estilo barroco, concluido en 1770. El sismo afectó todo el edificio pero fundamentalmente a las dos torres, por lo que se aconsejó derribar la parte superior de ellas.
 
Durante el siglo XIX la Orden franciscana sufrió la crisis de la Independencia, vio cómo se enajenaban algunos de sus bienes y se les obligaba a vender otros. Así, en el año 1840, el Gobierno ya había ocupado parte del Convento, imponiendo a la comunidad franciscana ceder el Claustro norte (lugar que hoy ocupa la Policía), derribando parte del edificio origina] construido durante el siglo XVII e instalando allí la cárcel del Estado. En 1859, un nuevo temblor puso en peligro la edificación forzando a la comunidad a vender algunas joyas para poder reparar las afectaciones al monumento. Una torre se acabó de reparar en 1867 y la otra en 1868. El 16 de agosto de 1868 un nuevo y fuerte sismo las derribó completamente. Desde esa fecha, quedó solamente el cuerpo inferior y el remate en cada una de ellas, habiéndose eliminado el cuerpo intermedio que les proporcionaba gran esbeltez.
 
Ya entrado el siglo XX, en el año 1934, con los festejos del IV centenario de la fundación de Quito, en San Francisco se exhibió una exposición de las obras de arte de la comunidad en los locales del Claustro Principal. Durante la primera mitad de este siglo se continuaron las adecuaciones y ampliaciones al monumento. Hacia 1950 se instaló el Museo tal cual pudo verse al inicio de la intervención del convenio, en 1983.
 
Arquitectos, artistas y artesanos contribuyeron a la construcción de complejo arquitectónico. Entre los primeros franciscanos que impulsaron las obras durante el siglo XVI, se encuentran, como se había mencionado, fray Jodoco Ricke y fray Pedro Gocial.
 
Entre las principales tareas evangelizadoras de la comunidad durante el siglo XVI se dio la creación del Colegio San Juan Evangelista en el Convento, para la instrucción y doctrina de los naturales del país; en 1557 se cambió el nombre del colegio por el de San Andrés, en honor al virrey don Andrés Hurtado de Mendoza, protector de la Orden, y se ampliaron sus enseñanzas hacia las artes y oficios. El resultado fue una enorme producción artesanal y artística, enriquecida con los adiestramientos de maestros flamencos, italianos y españoles que, mediante la utilización de manuales y grabados europeos, impartieron instrucción artística y realizaron adaptaciones de los modelos al medio local. Con el tiempo esta propuesta artística y estética fue denominada Escuela Quiteña, cuya abundante producción llegó hasta el siglo XVIII.
 
La fachada de la iglesia y del Convento en el lado occidental es el gran fondo del escenario de la Plaza de San Francisco. De predominante estilo manierista-barroco, con influencias herrerianas, en esta fachada vemos reflejada la catedral netamente española flanqueada por dos esbeltas torres. En su austera composición horizontal de escasas aberturas, se destaca la escalera cóncavo-convexa del Atrio diseñada por Bramante y presumiblemente copiada de un dibujo de Serlio. La Plaza de San Francisco, elogiada como una de las más bellas de América, fue en sus comienzos el tiánguez o mercado de la ciudad. Hoy es una plaza empedrada que conserva su carácter original.
 
La dinámica y riqueza del espacio arquitectónico del Convento se ven expresadas en una serie de contrastes interior-exterior; de la algarabía y bullicio de la plaza a la tranquilidad de los Claustros; de la fuerte luminosidad exterior a la penumbra del interior de la iglesia; de una fachada austera y casi monocroma a un interior barroco y lleno de policromía. 
Importancia del Conjunto Franciscano
 
En el Centro Histórico de la ciudad de Quito, primer Patrimonio Cultural de la humanidad, según declaración de la Unesco del 8 de septiembre de 1978, se levanta el templo franciscano que con su Convento, fundado el 25 de enero de 1536, conforman el conjunto conventual más importante de Ecuador y, quizá, de la América española, tanto por su contenido artístico como por su trascendencia histórica y sus particulares características arquitectónicas, en el que se conjugan armoniosamente el manierismo de su fachada y nártex, la suntuosidad barroca de los retablos y artesonado del templo, con el refinado trabajo artístico plasmado en los artesonados mudéjar del coro y del transepto, complementados con la bella simplicidad de la columnata de piedra de estilo toscano en el magnífico Primer Claustro.
 
Sobre sus tres hectáreas y media de superficie se han construido trece Claustros, seis de ellos de gran magnitud, tres templos, un gran Atrio; en suma, aproximadamente cuarenta mil metros cuadrados de edificación. Allí se desarrollan múltiples actividades, las conventuales y religiosas, y las de atención pública en las áreas de salud, de comunicación, educativas y otras de corte popular que mantienen vivo al edificio. Atesora más de 3 500 obras de arte colonial, de múltiples manifestaciones artísticas y variadas técnicas. El trabajo de destacados artistas indígenas y europeos conforman este tesoro patrimonial; por citar algunos mencionaremos: Andrés Sánchez Gallque, Mateo Mexia, fray Francisco Benítez, Miguel de Santiago, Gregorio Vásquez, Bernardo Rodríguez, Manuel de Samaniego, Diego de Robles, Bernardo de Legarda, Manuel Chili «Caspicara», a ellos deben sumarse muchos autores anónimos. 
 
Completa esta riqueza cultural la magnífica biblioteca franciscana, descrita en el siglo XVII como la mejor del Virreinato del Perú.
 
Las características arquitectónicas especiales y la significativa carga histórica del edificio el Convento más antiguo de Ecuador, le confieren por sí mismo el atributo de «objeto de exhibición», participando e interactuando con los demás bienes culturales en su propio escenario y contexto histórico. Es, pues, justo calificarlo con una doble categorización: Museo Monumento y Museo de Arte Religioso.
 
Le precede una gran plaza, asentada en el escenario urbano más representativo de la ciudad: durante años la abasteció de agua de su fuente central; ha funcionado como mercado popular, como espacio de concentraciones militares y políticas, y como lugar de encuentro y recreación sociales.
 
Después de permanecer por los años veinte del siglo pasado y durante un buen lapso con un diseño afrancesado, con parterres y jardines, se la vuelve a convertir en el gran espacio abierto que facilita sus variados usos. En el conjunto se debe mencionar otro elemento arquitectónico destacado: la magnífica escalera cóncavo-convexa que comunica la plaza con el Atrio, en el que resalta la bella fachada manierista-barroca del templo mayor, origen de distintas soluciones de arquitectura americanas. INPC. (2011). Iglesía y Convento San Francisco una historia para el futuro. Quito

 

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Andrea Narváez
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